
Desde que tengo memoria, en mi casa no había balones ni juguetes… había guitarras.
Mi primer recuerdo con este instrumento fue el sonido de mi padre, Tony Rey, llenando el salón con compases que hoy todavía me acompañan. Él es guitarrista, y fue mi primer ejemplo, mi guía y mi maestro. Aprendí a amar la guitarra desde que tenía uso de razón, viéndolo tocar con esa entrega que solo da el corazón flamenco.
Mi padre tuvo todo que ver en lo que soy.
Con él aprendí a leer partituras, a entender cada palo del flamenco, cada técnica, cada gesto que hace hablar a las cuerdas. Me enseñó los cimientos con paciencia, con rigor y con mucho amor. Le debo la base de todo lo que hoy resuena en mi guitarra. Desde los toques más suaves hasta los más hondos, todos tienen algo suyo.
Y luego está México… qué recuerdos tan bonitos guardo de esa tierra.
Era un niño, pero ya sentía la ilusión de tocar mi guitarra en los tablaos. Allí crecí, aprendí de compañeros guitarristas mayores que yo, de bailaoras, de cantaoras… Fue como ir a la universidad del flamenco. Cada noche en el escenario era una lección viva. El respeto, el ritmo, el compás… se vivía todo con una intensidad que marcó mi manera de entender este arte.
Y entre todo aquello, estaba mi hermana, Mara Rey.
Nuestra madre, que era una gran bailaora, falleció siendo muy joven. Y Mara, desde entonces, tomó ese papel sin pedirlo, con un amor inmenso y una fuerza que solo tienen las gitanas con duende. Su compañía ha sido vital, y su arte también. Siempre ha estado a mi lado, en lo bueno y en lo difícil.
Por eso existe una canción muy especial en mi disco, Gitana Bailaora, junto a Israel Fernández. Es un homenaje a mi madre, a su arte, a su ausencia y a su luz.
Así fue mi cuna: de cuerdas, de tablaos, de familia y de alma flamenca.
– Antonio Rey
Olé Antonio. Como mexicano y fan de la guitarra flamenca me siento muy orgulloso que grandes guitarristas como tú y el maestro Paco amaran esta tierra…. Felicidades por tu arte Antonio Rey Navas